jueves, 11 de marzo de 2010

Las palabras que no se pronunciaron

MIS PENSAMIENTOS
LAS PALABRAS QUE NO SE PRONUNCIARON
ARTURO CABRERA RIVERA/2010
Con el mar sobre mis pies, y el reflejo del sol ardiendo, calmados pasos caminaba, sin sueños ni siquiera alabanzas de mediocridad, quería volver a donde va la luna cada que el sol, le quita el brillo, quería que el ocaso me oprimiera, y que la brisa fría, me acatarrara de tal manera que mi ser fuera escupido por un solo bocado de la ola rompiéndome las piernas.
La última de mis lágrimas había caído, mis piernas ya no querían andar, encontré un pequeño reflejo perdido, era tu ente formado de bella dislumbranza, cambio mi lágrima por la eminente sonrisa de una pureza de mis apenas ocho primaveras, tu caminabas a la par de mis años, ambos tontamente nos mirábamos como viejos que anhelan el susurro de la tonta palabra de amor, bastamente nos observamos, tu sonrojaste mis mejillas y mis labios húmedos, fraguaron las primeras palabras, la cuales de significado no tenían nada, sólo pasaban como la de una promesa en invierno, que no se cumple en primavera.
Aun queda el recuerdo de tus pasos alejados de mis oídos que buscaban escapar de mi importunó balbuceo que no fraguo ni un mínimo sonido, mi soledad parecía que ya no estaba sola, gritando llame tu nombre desconocido, y jamás volví a pisar tu ser, quizás mostré lo débil de mi carácter y confié mi pena al prohibido cambio de mi existir.
Yo no había soñado jamás y aquella noche no parecía parar de hacerlo, tu recuerdo era mi único porvenir, y cada día volví aquel lugar de ensueño, prontamente el sol se mentía y mis lágrimas brotaban, cada vez con mayor fuerza, y cada vez como mayor frecuencia soñaba, pero no con ganas por que no caminaba, sólo andaba, no planeaba sin embargo actuaba, cabizbajo era mi posición favorita, no podía verme más, buscarme no podía, cometía errores y trompicaba mis latidos forzados a vivir.
Cambie mi ruta, el mar no volvió a tocar mis ensangrentados pies, mis manos caídas no tocaban más mi rostro, no tengo identidad, te la llevaste en tu mirada, las mañanas rompían mi existir cambian el fortunio de verme abrir los ojos, por querer cerrarlos, por no querer hablar con mi espejo, no conocía dolor más grande que haberme guardado aquellas palabras, que si no eran profundas, si eran llenas de esperanzas de un abrazo, una sonrisa y un adiós.
Mire al espejo encontré la respuesta, sino podía verte en mi presencia, era mi alma aquella que mi sueños sentían malherida, sospechaba que no tendría que respirar para que supieses que había suspirado, y que aquel viento mortal que cerro mis labios, que no permitió que abriera mi garganta y pronunciara tan bellas frases. Carecí de sueños y tome mi capullo de esperanzas para cambiarlas por sueños de vida eterna, cambie mis días, por acercarme al fatal futuro que ni el resplandor de las aguas al atardecer puede traspasar.

Yo habito el interior
del espejo donde detendrá su tiempo todo aquel
que se componga y que pose, para él.
Inmerso en mi labor,
limpio el otro lado,
y este mi paño mejor,
que brillos logra hacer.

Desde un pálido oro viejo,
hasta un látigo de sol,
desde un opaco discreto
al nublado ulterior
para jugar a mí antojo
cual abeja en el jardín,
de la luna de mi espejo sin fin.

Guardo en el cuarto encantado
mi ventana principal,
un mundo que nadie viene a tocar,
país de las ilusiones, del ensueño y el quizás,
reinos que ya no se anhelan nombrar.

Sé las sustancias con que se hacen
los sueños que siempre serán
y sé las palabras con que despertarás.
Sé volver sobre los pasos
en pos de lo que se fue
o volar allá donde yo nunca veré.

Luna de mis noches tristes,
luna de mi vanidad,
luna de mi vida, de íntima claridad,
artilugio del acaso, espejo de mi corazón,
me enseñaste a ver desde tu prisión.

Yo habito el interior
del espejo donde detendrá su tiempo todo aquel
que se componga y que pose, para él.

Yo sé de mi labor,
la de jugar en el tiempo
y mi paño mejor que brillos sabe hacer.
(Balada del reflejo, Fernando Delgadillo)



Cambiante de sueños por cadáveres de pasión, cambiante sueño de caminar para encontrar la oportunidad de labrar el ser que sentí, sin tocar, soñé si conocer y hable sin, dirigir ni una sola palabra. Márchate sueño de cambio de aire, cambiar mi malvada suerte por aquella que de esperanza del amanecer de milagros oportunos, sofócame por última vez, cámbiame de color por uno que muestre mi dilatada piel.
Última llamada a cambiar de mi parpados rotos, a suspiros de vida. Hoy me llene de muerte, cambie mi llamada por voz de perdición. Ya llórame, yo no lo merezco, viajemos juntos, que no hay caminos sin que pasos demos, ya andemos, cabalguemos en el corcel de ensueños rotos, lo único hablado es que pides lo que mi ser grita no, pero mi inteligencia escupe como un si.
Cambia esa terrible verdad por una tierna mentira, no me pidas que mi ilusión por la única cosa que he aprendido a odiar, que paradójicamente sueño con que se cumpla, te regalo un panal de problemas, que soltaran a la abeja de la perdición, suéñala para que se añada al suelo en que pisas y que solo estalles ya de dolor.
Sólo se que tengo más otoños que primaveras, y una baja mirada que sueña con levantarse y ver tus ojos, bruscamente grito desde mi interior, lo que no sucedió cambia para volverse realidad, y mi próximo suspiro dejo de pensar en ti, sólo busco otra camada de problemas, y los encontró.
Ya no siento mis ojos, tu te fuiste y te llamas mi amigo, cambiaste mis sueños y los transformaste a tu antojo, y tengo que llamarte como el mar nombra a los que se sirven de él, me detengo y cambio mis sollozos gritos, por cálidas palabras de apoyo, a muerto tu nombre, y me obligas a olvidarlo.
Tal vez me sobraron, palabras para llamarte a la hora de mi muerte, cambiaste mi largos cabellos de ondulados te quieros, por rizos espantosos de destrucción. Ya no estoy más para nombrarte bastardo, canalla, y destructivo destino, por que me cambiaste y no detuviste la bala de dolor que se incrusto en lo más cálido de mí vivir.
Aun puedo oír mis gritos de dolor, por aquel sabor de vencido, cuando escuche aquel, grito de madre destrozada, y bastantemente lleno de calor, hoy te has ido, tal vez quise morir yo, pero no pude. Te fuiste y me dejaste solo, ya cambie mi suspiro, y no supe lo que pensaste de mí. Hoy me temí y me soñé lleno de dolor.
Ya no veo, como te fuiste, cambio el recuerdo de tu cuerpo inerte y lleno de afligidos valores de un estúpido muerto que me dejo llorando, por no decirme ni una sola palabra y se fue, y me quede con mis palabras atoradas. Y mis sueños rotos, sólo llenaron los espacios vacios. Aun recuerdo la discusión que tuvimos, ni una palabra solo dos miradas. Y ni siquiera se recordar esa parte, me llamabas por mi nombre y nunca me dijiste aquellas palabras que nunca pronunciaste.
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Nota: te recomiendo que primero te concentres en la lectura de "Carta compromiso a un amigo", esta es la segunda parte de esa lectura, pero es como el inicio de la historia, espero les guste.

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